DESDE QUITO; ECUADOR, CARLOS SANTIAGO GUALOTUÑA HEREDIA envía su artículo de fútbol  «La relación con los Padres»

DESDE QUITO; ECUADOR, CARLOS SANTIAGO GUALOTUÑA HEREDIA envía su artículo de fútbol «La relación con los Padres»

NOMBRE: CARLOS SANTIAGO GUALOTUÑA HEREDIA
TECNICO SUPERIOR EN DEPORTES
ENTRENADOR DE FUTBOL FORMATIVO ACADEMIA QUITO MV
CATEGORIAS 12 AÑOS 
CATEGORIA FEMENINA 17 AÑOS
DIRECTOR DEPORTIVO ESCUELA DE FUTBOL FORMATIVO FEMENINO GABRIELA SARMIENTO QUITO
37 AÑOS DE EDAD

 

LA RELACIÓN CON LOS PADRES
AUTOR: MIGUEL VALERO · 19 JUNIO 2010

Muchas de las situaciones conflictivas que tienen que resolver los entrenadores no se refieren tanto a sus deportistas como a los padres de éstos. Cuando el triángulo que forman entrenadores – padres – deportista no persigue un objetivo común, la práctica se resiste.

Desde la perspectiva SISTÉMICA, basada en la terapia familiar, los padres se implican en la actividad deportiva de sus hijos de las siguientes formas:

De forma normal: comunicación abierta, libertad de decisión por parte del hijo, apoyo mutuo.
Distante: falta de interés y apoyo por parte de los padres; falta de participación deportiva por parte de los hijos.
Sobreimplicada: los padres satisfacen sus propias necesidades deportivas a través de su hijo, a quién dirigen más de lo que lo apoyan; los hijos reciben apoyo o castigo en función más de sus resultados que de su progreso deportivo y sienten una gran presión sobre sí mismos.
Cuando esta díada padres – hijo deportista se convierte en triángulo al incorporarse el entrenador, las relaciones van a ser diferentes dependiendo del tipo de padres de que se trate.

En concreto, el entrenador debe actuar de la siguiente forma según con cada tipo de padres, en beneficio del propio deportista y su desarrollo deportivo y personal:

Con padres sobreimplicados:
Mantenerlos como parte del equipo, con sus deberes y derechos, diferenciando sus roles de los propios del entrenador. Más vale tenerlos como aliados que como opositores.
Favorecer la separación gradual entre padres e hijos deportistas, de forma que éste empiece a pensar, sentir y decidir por sí mismo. La práctica deportiva mejorará con ello.
Con padres distantes:
Incrementar la implicación paterna en la actividad de su hijo deportista, haciéndoles ver la importancia que para éste y su rendimiento deportivo tiene el apoyo de sus padres, invitándoles personalmentea competiciones, pidiéndoles ayuda en determinadas tareas como contabilizar aciertos y errores o cualquier otra tarea, … en una palabra, incluirles en el equipo y que ellos se vean necesarios.
Estableciendo los límites del rol parental y el suyo propio ante el deportista, para que no haya confusiones, sobre todo emocionales, en el deportista.
Con padres normales:
Informando verazmente a los padres de las expectativas y los progresos deportivos de su hijo – deportista.
Estableciendo una comunicación periódica de doble vía y feedback eficaz con los padres, para hablar de cualquier tema que inquiete a ambas partes, o sencillamente para seguir juntos la progresión deportiva del hijo.

En todo caso, el deportista debe estar informado para entender plenamente el funcionamiento triangular. Como principio básico se sitúa la comunicación a todos los niveles, siempre que sea abierta, bidireccional y sincera.

En definitiva, el equipo que forman padres – hijo y entrenador, debe:

Establecer los roles que cada parte desempeña.
Establecer el/los objetivos particulares y los comunes.
Proponer una guía de trabajo conjunta.
Y particularmente los padres y el entrenador, que son los que inciden en el deportista, deben y no deben hacer lo siguiente:

ENTRENADOR SÍ:

Comunicar regularmente a los padres sus pensamientos y preocupaciones honestamente.
Tener claro que los padres también tienen que actuar.
Tener confianza en los padres.
Mantener la propia perspectiva y balance emocional, ya que si se pierde el control, la misión del equipo se hace imposible.
ENTRENADOR NO:

Decir a los padres que su hijo vale mucho si no es así.
Decir a los padres que se mantengan al margen y que dejen todo en sus manos.
Convertir el “ganar” en el objetivo más importante.
Convertir a todos los padres en problemas imposibles.
Obsesionarte con que uno de los deportistas lso va a hacer rico y famoso.
PADRES SÍ:

Tratar al hijo siempre igual, tanto si gana como si pierde.
Intentar hacer divertidos los viajes y estancias en torneos.
Dejar al entrenador que entrene.
Escuchar al hijo cuando las cosas no hayan salido bien o cuando esté desanimado.
Interesarse si la conducta del hijo no es aceptable, deportivamente hablando.
PADRES NO:

Decir “estamos jugando un torneo”, en lugar de “está jugando un…”
Pensar en el deporte del hijo como, una inversión en la que se espera algo de vuelta.
Hacer sentir al hijo culpable por todo el dinero, tiempo y sacrificio que se le ha dedicado.
Querer hacer el trabajo del entrenador.
Tener una conducta inapropiada fuera de la pista, mientras el hijo juega.
Para concluir con el artículo, sólo desearles que todo esto que aquí se explica sea aplicable directamente en nuestro día a día, para llegar a mantener la mejor relación padres – entrenador, siempre en beneficio del progreso del niño deportista.

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